jueves, 26 de diciembre de 2019

EL PASO DEL TIEMPO


El grito del tiempo acecha a todos, sobre todo a los que la edad les provoca un peso mental más mucho mayor que el  físico. Es curioso, algo tan abstracto, tan indeterminado o tan inexistente como es el tiempo, nos marca los ritmos de ansiedad de nuestras vidas.
El tiempo juega con sus novias, se contonea con el amor, el dinero y con la salud. El tiempo, tan necesario y tan etéreo. El tiempo, tan marcado y tan inadvertido.

 El paso del tiempo Lienzo Óleo Paisaje

El tiempo no se lleva bien con los disfrutan del día a día, de los que viven el momento pero sin ser forzado. El tiempo se lleva muy mal con los que llegan tarde, de los que se ríen de una arruga delicada o de las cicatrices más profundas. El tiempo tiene como principal enemigo a los locos de atar, a los que se pueden llevar horas mirando el sol, el mar, la montaña o a un hij@ sin cansarse y sin desesperar. El tiempo discrepa de los que besan a deshoras y abrazan sin complejos y miedos, estemos dónde estemos. 

Pero también la realidad es otra, el tiempo juega siempre a su favor, desata los ritmos de nuestras vidas y del resto. Nos carcome en el presente, futuro y futuro lejano de nuestros hijos e hijas. El tiempo da las zancadillas más salvajes a los estados de salud más delicados, y hasta sin ser delicados. ¿Cuánto nos queda? ¿Cuánto te queda? ¿Podré vivirlo? ¿Cuánto dudará el sufrimiento personal y ajeno? El tiempo lame la muerte, extirpa la vida de lo que ya ha pasado y se prepara para el presente. El paso del tiempo y la muerte están unidos en una cumbre donde no hay vuelta atrás, donde vamos acumulando sentencias al mirarnos en los espejos de nuestras vidas.

El amor y el tiempo son ellos mismos; juiciosos, presumidos y perversos. El tiempo es la apisonadora que fastidia las ilusiones más hermosas de nuestros inicios, también son el modelo a seguir cuando se extienden. El tiempo y el amor también ayuda a reflexionar sobre si el camino es el adecuado o no, nos tambalea las estructuras más rígidas de los corazones. Nos cuestiona si este es el amor verdadero, si ha pasado, si el tiempo ya ha marchitado las rosas regaladas de antaño. Nos dicta cuántas emociones nos quedan por vivir y soñar, pero para de nuevo volver al círculo que ahoga en ocasiones el paso del tiempo.

El tiempo y el dinero es la pareja más inestable. Se escapa en una noche o se guarda para toda una vida con el fin de la nada. Se dedica la vida a ello, para llegar a algo que veces no sabemos ni definir, ¿Qué queremos? ¿Qué necesitamos? ¿Para mí? ¿ Para ellos? ¿Para el presente? ¿Para el futuro? El dinero puede dar mucha felicidad, pero el tiempo es una losa que pasa puede pasar por las inmensas fortunas y de forma incompresible derrumbar las mentes menos esperadas. ¿Y el que desespera? El que nunca ha tenido a nada sólo desea que el tiempo cambie su situación, y lo único que pasa es eso, el tiempo. Con una lucha incesante de ver como la vida se escapa sin proyectos hipotéticos de felicidad. El tiempo no se puede comprar con dinero, se puede intentar, pero nunca llegas a una adquisición real.

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El tiempo nos marca los ritmos  de nuestros pasos, de nuestros deseos y nos pone decoros en nuestra piel. A veces, es necesario respirar de verdad, olvidar si es de día o de noche, sin horas, sin citas, abrazar el alma de los que lo merecen y besar la vida con todas tus ganas.