viernes, 26 de junio de 2020

MI COLE MOLA MOGOLLÓN


Mi claustro mola mogollón y mi colegio también, por eso ocurren estas cosas.

Aún recuerdo la primera pisada en mi centro escolar actual, con más ganas de huir que de estar, nos ha pasado a muchos, ¿verdad? Cuando vienes de un lugar donde dejas raíces emocionales cuesta la misma vida comenzar de cero.

La rumorología docente decía que mi colegio que era “bueno”, que era demandado, y eso era muy buena señal, sobre todo a los que llegaban de “novatos” en este mundo de feriantes sin lugar fijo, que en muchos momentos somos los docentes.
Por suerte divina, el hambre se unió con las ganas de comer, y con ello, la cordialidad olvidadiza y agradable de un futuro director que estaba curtido en mil batallas, donde la crispación la tiene guardada en el baúl de los recuerdos, si es que algún día tuvo dicha crispación.

Y el tiempo pasaba, buscando nuestro hueco y nuestro espacio, para estos “niños grandes” que trabajaban, cada día más felices y contentos. También iba sumando de forma exponencial, dejándose cuerpo y alma; nuestras limpiadoras  informativas, nuestro portero tan peculiar, la maravilla del personal del comedor, aula matinal y actividades extraescolares, y también  nuestras hormiguitas administrativas que han ido pasando por el centro, sin olvidar nuestros colaboradores que, han dejado y se dejan sus manos, en el huerto de las ilusiones. Entre todos, y sin distinciones, nos fuimos contagiando de ese ruido tan alto que provocan las emociones más básicas que nos hacen tan felices.
Todos dejaban y dan lo mejor de cada uno, desde la paciencia infinita para curar una herida en el recreo, pasando por la mano que agarra la vida de un niño desenfrenado por sus emociones más primitivas y terminando con la tiza ilusionada de cualquier docente a la hora de ponerse en marcha.

Mi cole mola muchísimo, por que tenemos, a día de hoy, unos ingredientes que son de primer nivel, y que cuando se mezclan da como resultado el mejor plato de risas, trabajo y complicidad.

El recuperar de nuevo dos líneas este curso escolar ha sido dar un salto y tocar las nubes, no sé si somos conscientes de ello, y es que cuando no hay, no hay. Si además se le une el ahogamiento y escozor, de una soga que cada vez aprieta más a la escuela pública, el mérito de todos y todas es el doble.

Esto, que no es poco, lo habéis conseguido cada uno de vosotros y vosotras, no me cabe duda. Con nuestros aciertos y errores que ocurren a diario, con vuestro aporte mayor o menor, con vuestra organización e improvisación, con vuestra discreción y con nuestro bullicio, todos sumamos, que no os quepa duda.

Todo esto funciona y lo hace porque le ponéis corazón e ilusión. No tenemos las mejores programaciones, ni la mejor organización, ni la mejor burocracia, pero tenemos alma y emoción, y eso no hay ley que nos la quite.

El boca a boca que ya existía, sigue para quedarse en los tiempos más difíciles, y todos somos los principales protagonistas. Tenemos un futuro alentador, independientemente que se hubieran recuperado o no las dos líneas, presumamos y agarrémonos a los sueños que provocamos a nuestros a alumnos y a las familias que siguen apostando por nosotros de una forma fascinante.

Enhorabuena a toda la familia que conformamos nuestro gran colegio, os quiero.