sábado, 11 de octubre de 2014

LA TARJETA OPACA DE "LA PACA"

Mi amiga Paca no pasa por una buena racha. Cuando llega la época del inicio escolar las pasa canutas para poder afrontar los gastos de sus dos hijas, teniendo en cuenta que está recientemente divorciada y el desgraciado de su expareja no le pasa ni un euro de pensión, por lo que en numerosas épocas del año su vida y la de sus hijas, que son las mismas, se les hace cuesta arriba.

El pasado miércoles Paca fue a tomar café con su amiga Ana, y estuvieron reflexionando sobre el dinero y la vida, tema que da para largas horas, días de reflexión o toda una vida. En dicha tertulia Ana le aconsejó que para no estar tan apretada solicitará una tarjeta de crédito, la cual la podría salvar, momentáneamente, de muchos aprietos. Paca, no muy convencida de la idea de gastar lo que una persona no tiene realmente, decide ir a su Caja de toda la vida, creo que se llamaba Cajamadrid...

Tras duras negociaciones y venderle su entidad un seguro sobre la tarjeta solicitada, Paca, recibe al mes y medio su nueva tarjeta crédito. Un diseño muy bonito, color negro, con líneas grises, unos rascacielos en el fondo y un cartelito que pone VISA. Le recordaron cientos de veces que su límite era de 600 euros y que tenía numerosas ventajas, desconocemos si tanto como las de sus directivos, pero que si por casual se pasaba un día en el pago de sus facturas los intereses y sanciones volarían sobre su persona.

Paca, comprende las normas y sabemos que las respetará, pero ella no necesitaba una tarjeta de esa índole, quizá le hubiera venido bien una de las que usaron algunos de sus directivos de la entidad, pero con ciertas salvedades, por ejemplo: ella no pretende ir al Ritz una noche de hotel y gastarse 9000 euros en ella, ni tampoco gastar 3500 euros en vinos en una semana, tampoco necesita grandes marcas para ser feliz y gastarse 18000 euros en ropa en un solo día, y menos aún ir de copas una semana entera con horario 15.00 a 17.00 horas y soltar 1200 euros en grandes destilados, principalmente porque a esas horas está terminando de recoger la cocina y ayudando a las tareas a sus dos hijas. Tampoco necesita usar la tarjeta para pagar el peaje de 1.50 eruos a diario o llamar en una cabina de teléfono y gastar 2 euros, ya que, por suerte o desgracia, su cartera brinda más monedas que billetes y no hay problemas con el cambio. Paca se hubiera sentido abrumada por tanto lujo y gasto, y seguro que alguna vez pensaría, ¿ de verdad que puedo gastar tanto?, y su moral la llevaría ir a CajaMadrid a preguntar sobre la extrañeza de su uso, cuestión de moral.
Quizá en Caja Madrid no la entendieron bien, ella quería una tarjeta opaca para “La Paca”, de esas que ayudan a que no termine el mes en pequeños números rojos e incluso ayudarle a comprar el material escolar de inicio de curso sin un disgusto severo en sus bolsillos y sus estómagos.