miércoles, 10 de mayo de 2017

BAGUIRA, LA PERRITA BUENA


      Ayer fui un día muy duro, me imagino que al igual que todos los que han pasado por una situación igual. Tenía ganas de escribir, pero el cansancio y la melancolía iban a provocar unas letras demasiado tristes y bañadas en demasiadas lagrimas, tampoco hubiera pasado nada. Y aunque el estado, nuestro estado, no es el ideal, el trance más duro pasó. Y con ello, la proyección de pensar, recordar y escribir de una forma más serena y pausada.

     Ayer Bagheera(Baguira), nuestra perrita, nos dejo o la dejamos, según se vea.
       Sus patas traseras dijeron casi basta; caducas, delgadas, sin un ápice de músculo, tensas y agarrotadas. Digo casi,  porque realmente no sabemos lo que hubiera podido aguantar o si estábamos extendiendo la agonía de arrastrarse para de un lado para otro, o de la simple dificultad que tenía para beber algo de agua, y ni que decir tiene para poder bajar a la calle y "pasear"; cuatro o cinco pasos tambaleándose y encorvada, y haciendo descansos pacientes para poder lucir los 31 kilos de nobleza. Es verdad que en casa creo que se conformaba, y nosotros también, con mirarnos desde su colchoneta blandita, de ladrarnos un poco para que le acariciáramos, y olfatear lo que salía de los platos de comida, pero mezclado con tiempos interminables de estatismo, las cuales fueron aumentando este último fin de semana. Baguira era dura, un corazón de hierro, unas patas delanteras fuertes y pero reventada de media espalda para abajo.

    La esperanza ilusa, por aferrarse a algo, que teníamos en que nuestra veterinaria nos dijera otra fórmula mágica de aguantarla algo más de tiempo se disipó al verle  su rostro.El camino iba a ser muy corto, muy intenso y más duro de lo que esperábamos. La mezcla de caricias tranquilizadoras hacia ella, las lagrimas inaguantables y el rápido camino que seguía el líquido letal, provocaron una angustia y una tristeza indescriptible y desaconsejable para el común de los mortales. Y se fue.

   Camino de los  15 años, pocas de su raza andan por ahí sueltas, y es que Baguira, siempre ha sido reina entre reinas, y ha vivido como tal.
    
   Roteña de nacimiento, no tuve la suerte de verla de cachorra, una pena.Sé que de pequeña metías tu nariz en una zapatilla y que eras como una osita de peluche, peluda y como una pegatina con tu dueña.
Mi canguelo empezó cuando conocí a Angélica. Recuerdo en los primeros días veo un perra nerviosa en toda su extensión, corría, saltaba a la primera, costaba la misma vida llevarla de la correa y me medio "cagaba" al verla bajar tan rápida y tan grande las escaleras.



   Era una perra en la que su primera etapa de vida su especialidad era "dame cariño, dame caricias, y si puedes estar así todo el día mejor". También en su primer año le encantaba dormir debajo de la cama de su dueña, comerse los mandos a distancia, y darse festines de cremas de manos, de cara o depilatorias, todo valía.

   Recuerdo, la capacidad que tenía para abrir pomos de la puerta, de quitar nudos para que no saliese del salón o de lugar encomendado.

   Sus saludos eran geniales, llamabas a la puerta  y cuando te abrían, daba un salto para arriba y las patas delanteras te las plantaba a los hombros, pobre del que no estuviera preparado porque perfectamente te podía tirar de espaldas.

    Los paseos iniciales por la Caleta, zona del Baluarte  se convertían en pura ansia por querer bajar siempre a la playa, y tiraba, y tiraba...Hasta que dimos con un collar en el que ella no nos llevara en vez de llevarla a ella. Lo que quería era la libertad de moverse en la arena, de correr, saltar, jugar, ser libre con los suyos.

    

 Recuerdo esos gruñidos suaves de posesión cuando le tocaba el pienso en los primeros días de conocerla, o esos "bocados" sin ser bocados de "no te vayas", fueron los primeros lazos de relación.

   Fue madurando, pero igual de ansiosa por recibir mimos, y por ser fiel en todos los movimientos que hacíamos. Era una época de muchos desplazamientos con ella; playas, viajes, sierra. 












   Aún recuerdo como te hice rabiar con el olor de una caja de bombones, de las grandes, de Ferrero Rocher que me regalaron alumnos de Rota. Abría la tapa lentamente mientras te acercabas, babeabas y te la cerraba, así unas cuantas veces. La venganza fue clara, a los dos días me descuidé y te comiste toda la caja, con la habilidad de no tragar ni un envoltorio. También cuando tu "madre" tenía un día regular, y te acercabas a ella con el hocico buscándola, como diciendo "qué te ocurre" y te quedabas a su lado, hasta que el sol aparecía en al otro día al lado del sofá.

    Todo el mundo que llamaba a la puerta, era bien recibido por Baguira, eso sí, hasta que no recibiera un afecto no paraba.

     Perra para la paz, experta en ausencia de conflictos, tenías un radar para irradiar celos a perras, a perros y lo que surgiera. Casi siempre te ladraban; no sé si te decían guapa, preciosa o asquerosa, pero no pasabas indiferente a nadie. Y tú, ante tales comportamientos nunca te revolviste, nunca le ladrabas a nadie, tu preocupación era seguir el camino de tus dueños. Recuerdo como te tuve que coger en brazos porque un caniche te quería morder en La Viña, o aquel perraco grande en la Playa de los Alemanes que fue enfilado hacia a ti, y la dueña francesa detrás...

     ¿Y si digo la palabra gato? Puede que fuera tu atracción preferida. Los veías y te ponías nerviosa, querías jugar, acercarte, pero no se podía Baguira. Más de una vez estuviste a punto de quitaran un ojo por estar al lado de ellos. Quien sabe si ese gatito que trajimos una vez a casa hubiera sido tu mejor amigo o no sé si hubiera sido el almuerzo de un día.
     

    ¿Te acuerdas cuando jugabas a ver si te ibas conmigo o con Angélica? Hacías el amago hacia mi, pero al final dabas la vuelta y te ibas hacia ella.

      O cuando avisaste a Angy de que el agua había entrado  hasta el fondo de la casa en aquella madrugada de lluvias torrenciales en Cádiz.

     ¿Y en cuantos fotos de gente desconocida estarás? Te han parado alemanes, americanos, japones, italianos, franceses a lo largo de muchos años, incluso en tus últimos días. Si lo sé hubiéramos sacado una paguita...jajajaja.. Nos paraban y nos preguntaban si podían hacerle una foto y ella se lucía en su máximo esplendor.





   Y tu comportamiento ha sido ejemplar con Pablo. Recuerdo el primer día que entramos, la oliste, la viste y a tu manta. Te ponías algo nerviosa cuando lloraba por la noche en los primeros meses. Una pena que te haya cogido en la vejez. Pero con todo  ha aprendido muchas cosas; a guiarte, a limpiar la calle, ha podido jugar algo al caballito contigo, te ha puesto el pienso, le has dado abrazos, nos hecho fotos cada fin de año, le has dado el "culito" del yogurt, y sé que en breve la echarás de menos, cinco años juntos te bastarán para recordarla siempre.







  Me quedan, nos quedan, infinidad de recuerdos, de imágenes, muchas, muchísimas, todas buenas y nobles. Ha sido uno de los mayores placeres y honores el que hayas formado parte de nuestra vida durante estos largos catorce años, eres y has sido uno más.  Gracias por darnos tanto, por disfrutarte, por padecerte, por llorarte, y por supuesto, por recordarte para los restos de nuestras vidas como una perrita buena.