Mi
amiga Paca no pasa por una buena racha. Cuando llega la época del
inicio escolar las pasa canutas para poder afrontar los gastos de sus
dos hijas, teniendo en cuenta que está recientemente divorciada y
el desgraciado de su expareja no le pasa ni un euro de pensión, por
lo que en numerosas épocas del año su vida y la de sus hijas, que
son las mismas, se les hace cuesta arriba.
El
pasado miércoles Paca fue a tomar café con su amiga Ana, y
estuvieron reflexionando sobre el dinero y la vida, tema que da para
largas horas, días de reflexión o toda una vida. En dicha tertulia
Ana le aconsejó que para no estar tan apretada solicitará una
tarjeta de crédito, la cual la podría salvar, momentáneamente, de
muchos aprietos. Paca, no muy convencida de la idea de gastar lo que
una persona no tiene realmente, decide ir a su Caja de toda la vida,
creo que se llamaba Cajamadrid...
Tras
duras negociaciones y venderle su entidad un seguro sobre la tarjeta
solicitada, Paca, recibe al mes y medio su nueva tarjeta crédito. Un
diseño muy bonito, color negro, con líneas grises, unos rascacielos
en el fondo y un cartelito que pone VISA. Le recordaron cientos de
veces que su límite era de 600 euros y que tenía numerosas
ventajas, desconocemos si tanto como las de sus directivos, pero que si por casual se pasaba un día en el pago de sus facturas los intereses
y sanciones volarían sobre su persona.
Paca,
comprende las normas y sabemos que las respetará, pero ella no
necesitaba una tarjeta de esa índole, quizá le hubiera venido bien
una de las que usaron algunos de sus directivos de la entidad, pero con ciertas salvedades, por ejemplo: ella
no pretende ir al Ritz una noche de hotel y gastarse 9000 euros en
ella, ni tampoco gastar 3500 euros en vinos en una semana, tampoco
necesita grandes marcas para ser feliz y gastarse 18000 euros en ropa
en un solo día, y menos aún ir de copas una semana entera con horario
15.00 a 17.00 horas y soltar 1200 euros en grandes destilados,
principalmente porque a esas horas está terminando de recoger la
cocina y ayudando a las tareas a sus dos hijas. Tampoco necesita usar
la tarjeta para pagar el peaje de 1.50 eruos a diario o llamar en una cabina
de teléfono y gastar 2 euros, ya que, por suerte o desgracia, su
cartera brinda más monedas que billetes y no hay problemas con el
cambio. Paca se hubiera sentido abrumada por tanto lujo y gasto, y seguro que alguna vez pensaría, ¿ de verdad que puedo gastar tanto?, y su moral la llevaría ir a CajaMadrid a preguntar sobre la extrañeza de su uso, cuestión de moral.