España
la mansa, la tranquila, la sosegada; en la que seis millones es solo
un número. Un número de suspiros, llantos y precipicios. España la
gobernada por rateros de corona hojalata y mandatarios con bolsillo
de oro que cotizan más alla de los Pirineos mientras que otros
esperan ansiosos en la fila de la solidaridad alimenticia diaria.
Este
es mi país; la que clickea y tuitea desde un sillón sombrío por
las cincuenta y dos pulgadas que envuelven el razonamiento del hogar.
La que se queja con energía pero no actua, la que protesta con la
baba llena de cerveza pero descansa en una barra sus pensamientos sin
brotar. La insolidaria, la egosita, la de que cada barco aguante su
vela...
España
está sin sangre, sin recorrido, sin corazón, tocada y hundida, sin
muestra de dar pasos, ni a corto ni a largo.
¿A
qué esperamos? Agonizamos en el presente, arrastrando pasado y
pesimistas de futuro; pero aún más grave es la indiferencia, la
pasividad y la queja sumisa que a casi todos nos envuelve.
¡Despertemos
!