Partiendo
de la repulsa que me producen estos eventos que están ahogados en el
marketing y cada vez mas alejados de los nuevos estilos de sociedad,
he querido realizar un paréntesis en el día de hoy.
El
día de la madre realmente no lo “creó” El Corte Inglés como
muchos creíamos, ya desde la época griega dicen que se daban las
primeras ofrendas a no se quién.. y que su valor originario tiene
una base pacífica y no tanto maternal.
En
un día tal como hoy no me quiero imaginar la dureza de aquella
mujer que intenta ser madre y no puede , y menos ahora con los
recortes en reproducción asistida. Aquella madre que has perdido y
solo te queda el dolor o la alegría del recuerdo en imágenes y
sueños despiertos. Tal vez se pueda dar el caso de la hija o el hijo
que por infinidad de circunstancias la persona que lo trajo al mundo
no supo actuar como tal-¿hay libro de instrucciones?-,y al
contrario, la soledad de la madre que sus hijos o hijas carecen la
suficiente empatía para aprender a comprender lo que pueden llegar a
sentir los otros. La lista puede elongarse todo lo que se quiera y
más, y todo por colocarnos un día como este.
En
los últimos meses por suerte o desgracia he podido vivir como se
puede sentir una mujer en sus diferentes fases o por lo menos en
alguna de ellas.
La
de la procreación;la que ama sin que aún haya visto la luz su
hijo, la madre que trae al mundo, la que alimenta, la que acurruca,
la que no duerme, la que establece vínculos de contrato indefinido, la
que el hombre no alcanza ni llega y la que envidio por obligado
cumplimiento de mis ojos. Es realmente complicado poder expresar con
palabras la comunicación afectiva que puede tener una madre con su
bebé, solo queda observar, disfrutar y comprobar que no te ha tocado
a ti esta faceta.
Después
me he encontrado la madre que sufre; la que se ahoga, la que no ve la
salida pero encuentra una puerta, la ofuscada, la solitaria, la
cansada y luchadora insaciable a la vez. La que comprueba como se van
todos del nido y asume con resignación que solo va quedando ella en
el silencio eterno de su salón, pero ahí está al pie del cañón,
siempre pendiente y desvivida por lo que trajo al mundo sin evaluar
la edad de los mismos, son hijos para siempre.
Y
por último la que declina; la
que buscamos cuando somos pequeños por que nos permiten lo nuestras
madres no nos consienten. La de las tartas, la de las tortillas y los
pucheros. La paciente, la que escucha, la que tiene calma y tiene una
solución para todo. La sabia sin resabiar. La que vuelve a ser bebé
pero no lo es, convirtiéndose en ocasiones una losa pesada que
nadie quiere cargar. La que no espera nada porque ya ha pasado todo,
solo el fin de haber cumplido de la mejor forma posible su vida, y
con creces que lo hiciste.